lunes, 27 de agosto de 2007

EDICIÓN Nº4 - AGOSTO

Compañeros, una vez más junto a ustedes; en esta nueva edición y tras un número especial , tenemos el agrado de contar con dos artículos de profesores anexos a la Universidad, uno del Abogado Iván Oróstica y otro de Osvaldo Jaque, ambos orientados al estudio de tradiciones y la cultura chilena.
Dichos autores, poseen una larga experiencia en investigaciones sobre tradiciones nacionales, con un enfoque marcado en lo popular de antaño.
La presentación de estos autores obedece a la necesidad de conocer y absorber los distintos enfoques de investigadores, de carrera no necesariamente historiadores, que a través de los años han construido cierto prestigio en torno a lo folklórico.
Esperamos que esta edición les provoque y entretenga. Como siempre, esperamos todos sus artículos y trabajos.
Art. Nº1
ALGO DE CARNAVAL
El Carnaval es una fiesta popular que se realiza antes de Cuaresma y se celebra en los países de una cierta creencia cristiana. Esta palabra tiene su origen en la expresión latina carnem levare, que significa ‘quitar la carne’ ya que durante la Edad Media existía la costumbre de sobrenombres, de ceniza, los tres días que la anteceden, son denominados carnestolendas que es cuando se realiza propiamente el carnaval. Lo que caracteriza a esta fiesta son los bailes de disfraces, máscaras y comparsas junto a los desfiles de vistosas carrozas por las calles.
El carnaval tiene posiblemente su origen en fiestas paganas de la antigüedad, en Egipto, la fiesta del buey Apis e Isis, en Grecia, las fiestas Dionisíacas y las Bacanales y por último en Roma, las Lupercales y Saturnales. Nos referiremos específicamente a las Saturnales que consistían en la celebración de la consagración del templo de Saturno en el Foro romano, de igual forma se realizaban sacrificios y un banquete público. El calendario de Polemio Silvio del año 48 d.C. no denomina la fiesta con el nombre del dios, sino que la llama "fiesta de los esclavos". El lema de la fiesta era vivir y dejar vivir. Incluso las escuelas, que no celebraban las fiestas del calendario romano, en estos días cerraban sus puertas. En esta fiesta lo que comúnmente
estaba prohibido se autorizaba, eran verdaderamente días locos resultando peculiar que alguno no lograse emborracharse. Una de sus características era que al interior de la familia se eliminaban las barreras que separaban al hombre libre de su esclavo. A través de la fiesta de las Saturnales, el carnaval fue invirtiendo la realidad social y la estructura jerárquica de la vida cotidiana.
Parte de la cosmovisión de las Saturnales, sobrevivió en la fiesta del carnaval de la Edad Media, en el cual se representaba, con más plenitud y pureza, la renovación universal y por sobre todo se convirtió en una huida a los moldes establecidos sobrenombres, vigente. Consideremos además que todas las manifestaciones festivas eran observadas con cierto recelo, en este sentido la risa se oponía a una cultura oficial de la sobriedad, al tono serio religioso y feudal de la época.
Las fiestas públicas carnavalescas, los ritos y cultos cómicos, personajes como lo eran los bufones, bobos, gigantes, enanos, monstruos y payasos, poseían unidad de estilo y constituían partes distintivas de la cultura cómica popular, principalmente de la cultura carnavalesca.
El carnaval se sitúa en los dominios de l as manifestaciones populares,
transita entre las fronteras del arte y la vida.
El carnaval es la vida misma presentada con los elementos característicos del juego, de esta forma ignoraba toda distinción entre actores, espectadores y la escena, porque dicha distinción destruiría el carnaval mismo. Las personas no “asistían” al carnaval, sino que lo vivían porque en definitiva el carnaval estaba hecho para la participación de todo el pueblo. Durante el carnaval no hay otra vida que la del carnaval, no se puede escapar porque no presenta fronteras espaciales y la fiesta solo puede vivirse de acuerdo a las leyes de la libertad.
Dentro del ritual de las diversas religiones, el carnaval resulta ser el momento más intenso donde se celebra la fertilidad de la naturaleza y la hierogamia donde los dioses fecundan a las diosas de la tierra. Al interior del ciclo de la sobrenombres, su renacimiento y su renovación, en los que cada individuo participa, es la esencia misma del carnaval. En esta fiesta es la vida misma la que se interpreta y el juego se transforma en vida real, es la segunda vida del pueblo basada en el principio de la risa, un reino utópico de la universalidad, de la libertad, de la igualdad y de la abundancia. En la plaza publica se daba un contacto libre y familiar, aquí se
creaba una comunicación inconcebible en situaciones normales, elaborándose formas propias de lenguaje y comportamiento. Todas las formas y símbolos de la lengua carnavalesca se caracterizaban, principalmente, por la lógica original de las cosas “al revés” y “contradicción”, de las permutaciones constantes de lo alto y lo bajo, del frente y el revés y por las diversas formas de parodia, inversiones, degradaciones, profanaciones, coronamientos y derrocamientos bufonescos.
La cosmovisión carnavalesca era radical: les obligaba a olvidar por un momento su condición de monje, clérigo o sabio, y a contemplar el mundo desde un punto de vista cómico y carnavalesco. Los escolares, clérigos, eclesiásticos y doctos teólogos, se permitían alegres distracciones donde olvidaban la constante gravedad cotidiana (tal era el caso de los juegos monacales, los que consistían en escribir tratados y obras cómicas en latín).
Durante el carnaval existía una abolición provisoria de las diferencias y barreras jerárquicas entre las personas y la eliminación de ciertas regulaciones y tabúes vigentes en la vida cotidiana. Era un contacto familiar y sin restricciones. Si pensamos en el momento en que dos
personas crean vínculos de amistad, comienza a disminuir la distancia que las separa, y las formas de comunicación verbal comienzan a cambiar: se tutean, utilizan diminutivos y sobrenombres que adquieren un sentido afectuoso, pudiendo fácilmente llegar a burlarse entre si, palmotearse la espalda o incluso el vientre, gesto carnavalesco por excelencia. De esta manera los elementos constitutivos del carnaval, indistintamente del pueblo que lo celebre, contempla por sobre todo: el carácter universal, el clima de fiesta, la idea utópica y la concepción profunda del mundo.//

F. Campos

Bibliografía:
Maximiliano Salinas, “En el cielo están trillando”, Editorial Universidad de Santiago, Santiago,2000.
Mijail Bajtin “La cultura popular en la edad media y el renacimiento”. Digitalización: Nacaveva Morales. Edición: Marxists Internet Archive, 2001.

Art. Nº 3

EL CORVO, UNA APROXIMACIÓN AL CUCHILLO CHILENO
Debo al anticuario Gerardo de la Calle esta observación: si un extranjero entrara a la tienda tras un souvenir netamente nacional (léase "original", que no se encuentre en ninguna otra parte del mundo), la oferta quedaría reducida a poco más que las típicas espuelas y estribos del huaso...o al corvo.
Y así es, en efecto.
Mas, valga esta nota aclaratoria al haber podido comprobar que -por increíble que parezca- el cuchillo de marras es virtualmente desconocido en nuestro país.
Vamos por parte. De seguro, todos alguna vez hemos visto esos reluciente ejemplares empleados por nuestro Ejército, el corvo "comando" que portan sus tropas de elite, o el "atacameño" de los combatientes especiales. O tal vez, hemos adquirido en el comercio una de esas mismas versiones, que la empresa estatal Famae, Fábrica y Maestranzas del Ejército, viene produciendo desde 1971.
Pero si bien el corvo, como con tanto halago han escrito insignes historiadores y folcloristas, siempre se consideró un cuchillo de incontrastable eficacia combativa, lo cierto es que nunca fue, hasta hace cosa de 40 años, un arma militar reglamentaria.
Que lo llevaran los mineros, los rotos trabajadores o los rudos carrilanos (obreros de las vías férreas) cuando se enrolaron para la guerra de 1879, y que con su punta y sus filos despejaran el camino hacia la victoria, está sobradamente probado. Tanto como su indiscutida procedencia "civil". Reténgase: el corvo no es un arma concebida y diseñada desde el mundo militar, a partir de una idea castrense, al modo de la afamada daga Fairbairn & Sykes de los británicos o del no menos célebre Ka-Bar norteamericano, si hacemos comparaciones.
El nuestro llegó a la guerra, sí, pero por espontánea iniciativa del estamento popular, que lo tuvo como instrumento polifacético indispensable a la hora de salir a defender la patria. Recordaré lo dicho por el cronista Francisco A. Machuca, en Las cuatro campañas de la Guerra del Pacífico (1928): "Las tropas montadas labran con él estacas para atar el ganado. Los infantes cortan fajina para sus chozas y leña para el rancho; con él se abren las latas de conserva, se desuella un cordero, y en los entreveros, presta inapreciables servicios como arma corta y silenciosa. Nuestro soldado no va con equipo completo si carece de él. Su uso -sugería- debiera
ser reglamentario y obligatorio" (2º tomo pág. 32).
O sea, el arma más característica que jamás ha tenido Chile, surge al margen de lo "oficial", desde fuera del Estado. Con su particular hoja aguileña, nació el corvo originario en las viejas herrerías y talleres del Norte; fabricado uno a uno, en forma individual, nunca en serie, por los antiguos maestros del desierto, para ser utilizado en las faenas mineras y en infinidad de labores domésticas, además -claro está- de ser un arma blanca con todas las de la ley. Es que es un hecho indesmentible que también se granjeó una sólida reputación, como arma superlativa.
Fue recién en 1963 que dos jóvenes oficiales, de la especialidad de comandos, tuvieron la feliz idea de rescatar del olvido al mítico cuchillo. Es historia conocida que el jefe de curso, capitán José A. Quinteros, instruyó a uno de sus ayudantes, el teniente Carlos Azagra, en orden a recopilar todos los antecedentes del glorioso corvo, y que éste -después de una laboriosa búsqueda- al fin pudo dar con un individuo que conocía bien todos sus secretos... no en balde cumplía cadena perpetua en San Bernardo por haber ultimado a siete hombres en riña con la famosa "herramienta".
Con su ayuda, experimentaron con múltiples ejemplares, y al cabo seleccionaron aquel que fue capaz de cortar limpiamente un grueso clavo. El mismo recio modelo que hoy todos conocemos.
Suele decirse con demasiada prisa, que el corvo parece un calco de los arqueados alfanjes árabes. Oí a un coleccionista desenvolver la consabida influencia musulmana en la cultura de España, para concluir viendo una coincidencia con la daga árabe jambiya o con la cuchilla gumía y otros hermosos componentes de la panoplia marroquí (Koummyas, Khengers, Sboulas y Mous).
La homologación es tentadora. Pero, aparte de la desventaja de no explicar porqué la forma de media luna únicamente habría arraigado en nuestro país, la desdice un hecho capital: que los puñales moros -afilados en el canto externo- más bien semejan el cuerno de un toro al momento de embestir.
Siendo de la opinión que el pueblo congenia con su propio entorno, antes de dejarse fascinar por lo foráneo, juzgo mejor la explicación de Enrique Volpe, ese gran italiano (en todo el sentido de la expresión) que sabe de lo chileno más que
nosotros mismos. Vierto sus palabras: "...analizando el sentido de la forma del corvo, que es el arma más significativa del Chile viejo, creo que su significado nace de primitivas formas de bestias de presa de la fauna autóctona, por la hoja curva y corta. La curvatura, demasiado cerrada, quiere imitar la garra maestra del puma, que era el mamífero más agresivo que merodeaba las cercanías de los campamentos mineros de las altas montañas de Cabildo, Petorca, Combarbalá y otros lugares solitarios donde abundaban las faenas mineras. De hoja más larga y menos curva era el corvo usado por los mineros del desierto de Atacama.
Quizás una imitación desproporcionada del pico del cóndor o de la dura hoja del algarrobo. Corvos que causaron verdadero estrago y pavor en la tropas enemigas en la contienda del año 1879, y arma aún vigente, pues es usada en algunos cuerpos del ejército actual..." (El símbolo del cardo negro, 2001 págs. 31 y 32).
El filo interno del corvo antiguo, a veces con la hoja parcialmente aguzada en el último cuarto del otro lado, en realidad trae a la mente la garra del felino o el pico
de un ave rapaz, corroborando el dictamen de Volpe
Entretanto, las verdaderas prestaciones del arma ameritan algunas líneas, ya que en este punto también se ha abierto un foso entre montescos y capuletos. Van desde los devotos, que no toleran que la capacidad del corvo se ponga en entredicho, hasta aquellos que lo tienen un poco en menos, objetando que jamás podría alcanzar el rendimiento de un gran cuchillo de combate, como el bowie norteamericano por ejemplo.
Busco una solución equilibrada que permita cohonestar ambos extremos.
Desde luego, sin caer en el hiperbólico elogio ni deseos de empinar una patriada, abrigo la convicción que se trata de un arma a todas luces excelente, tal como lo revelan las experiencias recogidas cada vez que se utilizó en alguna lucha. Para no entrar en sórdidos detalles, contentémonos con apuntar que es capaz de causas efectos realmente devastadores y que, por eso, no fue gratuito el terror que captó en las filas adversarias a lo largo de toda la Guerra del Pacífico. ¡Por algo será!.
Con todo, ello no debe hacernos olvidar una verdad elemental, cual es que cualquier cuchillo no es más que la extensión del brazo de quien
lo ocupa, de manera que la eficacia de toda arma blanca siempre pende -en último término- del hombre y su voluntad de lucha, de su codicia -diríamos- por alcanzar la victoria. Any knife is combat knife, if you are in combat , fue la máxima acuñada por los ingleses hacia 1940, apremiados como estaban por la falta de medios para hacer frente a la inminente invasión germana.
Así como tampoco cabe olvidar que -sin desmedro de su valor innegable- nuestros mayores basaban gran parte de esa convicción, de presumirse guerreros imbatibles, cuando el corvo iba cargado de poderes mágicos. Baste aquí una alusión al anillo de hueso negro inserto en el mango, el "ojo del ángel" que encandila al enemigo; o a la "cruz de Salomón", al "árbol de la muerte", a las hojas y ramas al viento conformando una "fuga", y a otros dibujos esotéricos estampados en la lámina del cuchillo o puñal, según daba cuenta un antiguo manuscrito de un fraile dominico, que se conservaba en la iglesia El Cristo del Espino, en Renca, y que nuestro amigo Enrique Volpe viera un día, allá por 1971.
Desventajas? Que por sus orígenes como instrumento de trabajo, no sería un arma de batalla químicamente pura; que su inusual configuración
arqueada, impide el ataque recto con la punta; o que la misma existencia del gancho limita el alcance del peleador, son las quejas más comunes.
No digo que todas sean tecniquerías. Sostengo que en un encuentro real, con ambos contendientes en permanente movimiento, debe ser más fácil acertar un corte que lograr una penetración. Y que, si bien el garfio reduce la longitud del arma en un par de pulgadas, obra como un efectivo implemento de bloqueo, a la vez que permite asestar poderosos zarpazos desde los ángulos más variados e insólitos. Me hace pensar en una vez que visité el caserío de Población, cuando el maestro Gonzalo Castro, don Chalo, me confesaba que en general no gusta de forjar corvos, por lo "celosa" que es la garra, incluso mientras la trabaja el artesano.
Raya para la suma: habilidades más, habilidades menos, nadie con otro cuchillo puede ir silbando al encuentro contra el corvo.
1) Corvo "historiado": los dueños del arma se jactaban marcando -con incrustaciones cilíndricas- cada una de las muertes que debían a su destreza.
2) Antofagasta, 20 de febrero de 1879, Subteniente José L. Herrera Gandarillas. A nuestro conocimiento, esta es la única fotografía que queda, de la época de la Guerra del Pacífico, donde figura un soldado chileno, corvo al cinto (cortesía del Dr. Jorge Vargas Díaz.
3) Una fiera tradición depositada sobre los hombros de los comandos y fuerzas especiales del Ejército de Chile.//

Iván Aróstica Maldonado
Abogado
Director del departamento de Derecho Público
Universidad del Desarrollo

ENTREARTÍCULOS

FRASES CÉLEBRES
Homero Simpson.*
- Sólo porque no me importe no significa que no entienda-
-… normalmente no rezo, pero si estas ahí, por favor, sálvame Superman-
-… bueno, es la 1 de la madrugada, mejor ir a casa a pasar algo de tiempo de calidad con mis hijos…-
-(con los extraterrestres)… ¡Por favor no me comais!... Tengo esposa e hijos… ¡comeros a ellos!.-
- … quiero compartir algo contigo: 3 pequeñas frases que te ayudarán a lo largo de la vida: ¡cúbreme! - ¡buena idea jefe! - Estaba así cuando llegue.
-… papá has hecho muchas cosas importantes en tu vida, pero eres un hombre mayor, y los hombres mayores no tienen ningún valor…-
- El matrimonio es como un ataúd, y cada hijo un clavo más…-
- … soy una persona difícil de sorprender… ¡mira! ¡un auto azul!!!-
- Si algo es difícil y duro de hacer , entonces, no merece la pena hacerlo-
* Gran pensador, filosofo y operario de prestigiosa planta de energía nuclear de su ciudad, nacido en Springfield de edad desconocida (43), padre de 3 hijos y esposo de Marge.

- CONCIENCIA ANIMAL-
Frases célebres sobre maltrato animal
-”Aquellos que matan animales y se comen su carne, están más inclinados que los vegetarianos, a masacrar a sus semejantes”
-”La tierra regala riqueza profusamente y alimento pacífico. Y os brinda alimentos que están libres de muertes y de sangre”
Pitágoras
-“Tanto tiempo como sean los hombres las tumbas andantes de los animales matados por ellos, habrá guerra en esta tierra”.
George Bernhard, premio Nobel
-”Una verdadera cultura humana existe solamente cuando no sólo el devorar a los seres humanos, sino cuando todo tipo de deleite por consumir carne, es considerado como canibalismo”.
Wilhelm Busch
“¡Cuántas horas de martirio de animales sirven para dar al hombre un único minuto de gusto para su paladar!”.
Jean Paul

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